Sigur Rós — () Untitled 6 – “Leap of Faith”

Algunos post atrás en este blog, había hecho un “reblog” de lo que es la «Vonlenska»: es un lenguaje sin sentido, es decir, sólo son sílabas pronunciadas sin estructura o significado alguno. La misma banda la definde como  «una forma de jerigonza que se ajusta a la música». En el álbum () de Sigur Rós, se incluyen ocho pistas llamadas «Untitled», a las cuales el escucha puede darles su propia interpretación de la letra y título, para luego escribirlo en las páginas en blanco del librito que viene con el disco. Volenska [De Von (esperanza) y –enska (terminación común para los lenguajes en el idioma islandés)] también es conocido como Hopelandic y si lo traducimos al español, tendríamos algo así como «Lenguaje de esperanza» o (si nos vamos a los extremos), pongámosle «Esperanzandés».

Jónsi calls Hopelandic ‘Vonlenska’.
‘Hopelandic’ is a play on ‘Icelandic’ (‘íslenska’),
but most languages in Icelandic end with ‘-enska’.
Therefore, ‘Vonlenska’ could easily
translate to ‘Hopeish’ or ‘Hopean’ etc.

http://alwaysontherun.net/sigur.htm#t3

Bien, este es el «Untitled 6 (E-Bow)» del disco () de Sigur Rós. La canción es hermosa y he hecho mi propia interpretación de ella. La he renombrado «Leap of Faith»

6. Leap of Faith

Peace fills my heart,
you make me be right with the world,
you are the sky my universe
and what is still beyond.

You say: I’m here
and I jump, if you do it.
Let the wind take us
until the end of the universe, together.

It’s time to believe
and dreaming.

Let the love run through your veins
and that nobody changes whatever you want to be
Stay in the way you imagine for you
because happiness is not in the end, you know?

Maybe you can not believe it yet
but I won’t release your hand this day
and those next from this…
You will see that happiness is real.

It’s time to believe
and dreaming.

It’s time to believe
and dreaming.

Because I love you.

And if you jump,
I do it.
But I’ll never leave you.

Metalera desde los siete

Theatre_of_Tragedy_promopictures_12

Ayer, platicando con mi mejor amiga acerca de bandas de metal y los próximos conciertos en México en el 2014, también hablamos de cómo y cuándo nos adentramos en este género.

La verdad es que tuve muchísima influencia de me hermano y fue él quien me presentó a las bandas que marcarían mi vida en diferentes etapas. Fue quien me inició.

korn

Aquellos buenos viejos tiempos.

Mi primer acercamiento con el metal fue a los siete años, con el ‘nu metal’ y su principal exponente: KoRn. En esos tiempos (1999) se estrenó el vídeo de «Falling awat from me», el primer sencillo del álbum número cuatro de la banda, Issues. Mi hermano ya conocía a la banda de un poco antes, desde «Freak on a leash» pero vimos juntos el nuevo vídeo de KoRn y eso, me marcó. De inmediato me gustó la banda con el rugir de las guitarras eléctricas de siete cuerdas, el característico bajo de ‘Fieldy’, esa batería seca y, por supuesto, la inigualable voz de Jonathan Davis. Debo recalcar que, antes de esa etapa, mi banda favorita eran The Cranberries.

Bien, a partir de ese entonces la música que escuchaba se componía principalmente de KoRn, Limp Bizkit, Deftones, Sistem of a Down, Metallica, Linkin Park, Slipknot, Papa Roach, Rammstein… por mencionar algunos. Y algo de folk metal, como Mago de Oz.

rose for the dead

Mi primera canción de metal gótico

Mi segunda incursión, ahora en el doom metal y el metal gótico y sinfónico, fue también gracias a mi hermano. Mejor dicho, gracias a una amiga de mi hermano que le prestó unos cd’s (aquellos buenos tiempos) con canciones de Theatre of Tragedy, Lacrimosa, Nightwish y Anabantha. Eso ocurrió cuando tenía doce. Y desde entonces y hasta el día de hoy, Theatre of Tragedy se convirtió en mi banda favorita, así como Lacrimosa. De esa manera me adentré en el mundo del metal gótico, del cual las primeras canciones que escuché fueron: «A rose for the dead» «Venus» «A distance there is», de Theatre of Tragedy; «Réquiem», «Alleine zu zweit», «Der morgen danach», de Lacrimosa; «Sleeping sun», «The Kingslayer», «Moondance», de Nightwish; y «Sangre», «Hojas secas» y «Sentido pésame», de Anabantha.

Con éstas cuatro bandas como pilares, pronto conocería a Therion, Tristania, Within Temptation, Lacuna Coil, HIM, Apocalyptica, Leave’s Eyes, Epica, Theatre des Vampires; y un poco más tarde a The Sins of thy Beloved, Sirenia, Darzamat, Stream of Passion, Delain, Sirenia, Xandria, Darkwell, Draconian, The Gathering, Tarja (cuando se volvió solista), Hada de Beng, Fortaleza, El Cuervo de Poe, Nostra Morte, entre otras bandas.

Pero regresando un poco a los dulces doce años, a partir de entonces fui encontrando por cuenta propia las bandas que definirían mis gustos musicales. También hay una etapa en la que uno es algo ‘cerrado’ y no escuchas más que tus géneros y nada más fuera de ellos. Por ejemplo, a los trece, escuchaba mucho black metal. Pero después superé esa etapa ‘cerrada’ y me abrí a diversos géneros, aunque casi siempre dentro del metal, hasta generar el criterio que hoy en día tengo: si una canción me gusta, da igual si es metal, clásica o ranchera, me gusta y la escucho sin culpas.

Hoy en día, a pesar de todo, puedo seguir diciendo que mi música favorita es el metal gótico. Lo escucho siempre: en el camino, en la universidad, trabajando, cuando voy a correr. Aunque ahora soy más diversa. En mi biblioteca musical figura el neoclásico, como Ashram; el post-rock, como Sigur Rós (otra de mis bandas favoritas); alternativa, como Coldplay, Juan Son, Muse, Artic Monkeys o Foster de People; progresivo, Dream Theater, por ejemplo; electrónica/trance/house como Armin Van Buuren, Basshunter o Zeromancer; y otras bandas como The Rasmus, Oasis, Keane, The Killers entre muchas otras.

Theatre of tragedy: un legado en el corazón.

Haciendo un poco de mención a Theatre of Tragedy, la número uno para mí, es una banda muy especial que me ha acompañado por casi 10 años. Ellos fueron los que más me llamaron la atención de aquel primer disco de metal gótico que me prestó mi hermano y por ellos me adentré en la escena. Sus canciones me acompañan cada día, de hecho, no hay uno en el que directa o indirectamente no escuche una de ellas.

Por ToT aprendí a tocar el piano: siempre quise tocar «A distance there is» hasta que lo logré. Por ToT me interesa Escandinavia y quisiera ir a Noruega, especialmente a la ciudad de Stavanger y, además de Alemania e Islandia, es otro de los países que siempre me interesaron. Incluso, uno de los recuerdo más lindos que tendré de la banda, es que a través del foro de la página oficial haya podido interactuar directamente con los miembros de la banda y que, incluso, le haya enviado por correo electrónico al baterista, Hein Frode Hansen, un fan vídeo de «Hollow» que realicé con unos compañeros de la universidad. Aún tengo los correos donde me contestaba, jejeje.

El último disco de Theater of Tragedy llegó cuando yo iniciaba la universidad (otoño de 2009) y me otorgó muchos buenos momentos, especialmente «Forever is the World», «Deadland», «Hollow», «Astray» o «Illusions». Unos meses después, en marzo de (2010), cuando yo estaba ya en el segundo semestre, anunciaron su retiro definitivo para el dos de octubre de ese año.

Una de las últimas fotos de la banda.

Recuerdo que cuando me enteré, me sentí algo triste, pero al mismo tiempo, feliz de haberlos conocido y del hecho de que su música siempre me acompañaría.

La primera vez que fui a Alemania conseguí el DVD de Last Curtain Call. La segunda vez que fui, me regalaron por mi cumpleaños el disco de Forever is the World, tour edition, una edición muy difícil de conseguir en México.

En éstos últimos —y algo difíciles— meses, escuchar «Forever is the World» siempre me salva, me reanima, me hace sonreir y me da esperanza.

Sólo el hombre acaba, pero el mundo, es para siempre.

Estoy muy orgullosa de lo que escucho. Estoy orgullosa de haber incursionado en el metal a los siete, porque la música es algo que también ha definido mi forma de ser y quien soy ahora, se lo debo en alguna proporción, a todas estas increíbles bandas.

Metal forever! Hell yeah!

Aquí el fan vídeo que realizamos para Theatre of Tragedy:

Cuando tu MAC estropeada se parece a tu vida, parte 1.

And if somebody hurts you, I wanna fight
But my hands been broken, one too many times
So I’ll use my voice, I’ll be so fucking rude
Words they always win, but I know I’ll lose

And I’d sing a song, that’d be just ours
But I sang ‘em all to another heart
And I wanna cry I wanna learn to love
But all my tears have been used up

On another love, another love
All my tears have been used up

Esta historia es real. Y pueden verla desde el punto de vista que quieran. Quizá logren identificar la analogía de la parte tecnológica con la vida, quizá sólo lo vean como un manual para reparar su MAC, quizá sólo vean una historia más…

Empecemos.

Dice la graciosa e ingeniosa frase que en el mundo hay 10 personas: las que entienden binario y las que no. La verdad es que hay más ¿no? pero las personas tienden a definirse bajo ciertos parámetros. En el mundo de los ordenadores también hay diferentes sistemas (como personas), ya saben, los de toda la vida como Windows, Macintosh o Linux, sólo por mencionar los más conocidos, y dentro de ellos, aún más versiones: que si XP, Vista, Leopard, Lion… ustedes lo saben.

Bueno, resulta que un jueves por la noche mi MAC se estropeó. Recién había actualizado de Snow Leopard a Mavericks, pero esa noche varios programas comenzaron a colgarse, algo que no sucedía antes, así que la apagué y al día siguiente no pude volver entrar al sistema. Prendía y dejaba cargando la pantalla blanca. Ni qué decir que ni siquiera podía entrar en el ‘modo seguro’. Así que la llevé al soporte técnico, en donde checaron el disco duro —el cual estaba bien— así que el problema había sido un error en la actualización a Mavericks. Y como no había hecho una copia de seguridad antes de la instalación, la ‘solución’ fue simple y drástica: reinstalar el SO.

No quería perder —no todos— mis archivos, aunque la idea de borrar ciertos archivos del pasado resultaba tentador. Hasta como si fuera destino ¿no? Era como en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, sólo que en esta situación tenía la posibilidad de eliminar, para siempre, algunos recuerdos que de otra forma, no sería capaz de hacerlo.

El chico de sistema técnico, tras comprobar el funcionamiento de mi disco duro, procedió a bootear desde un disco externo, en el cual estaba instalada una versión de Mavericks. Entró con cuenta propia y todo y ahí, sí, ahí en el escritorio figuraba mi disco duro y ¡oh, sorpresa! se podía acceder a él y extraer archivos. Sólo que aquí la susodicha no traía, y hasta con suerte, más que una memoria de 8 gigas. Fue el momento de decidir qué salvar: la tesis, los archivos de movilidad de mi año académico en Alemania, archivos de mi facultad, mis libros y un par de carpetas de fotos de un viaje de mochilazo de julio de 2013. Aunque suene absurdo, es increíble cómo una parte de tu vida se reduce a 8 gigas. ¿Que por qué la vida? Bien, todo (TODO) lo que he hecho éstos últimos cuatro años estaba guardado ahí y sólo ahí: miles de fotos (e imagínense, siendo fotógrafa, 50 gigas eran sólo de fotos), vídeos, ideas, historias, poemas, frases, recuerdos; cosas que nunca serán, cosas que apenas están en proceso, cosas que había que guardar…

Digamos que hay usuarios Windows que a veces se aventuran al sistema de la manzana, y éste es bueno, de hecho, buenísimo. Aunque también tiene muchos detractores; o lo amas, o lo odias. Lo curioso es que, aún los que dicen no quererlo, dentro de sí desearían tener uno. Algunas personas son así, como las MAC: muy complejas por dentro, pero simples y hermosas por fuera; sin adornos, pero funcionales; a veces reacias a ciertas aplicaciones basura, pero sacan lo máximo de lo que tienen a su alcance; tiene sus lineamientos y formatos, pero acepta con gusto a los otros; hace sus propias ideas, no la que otros crean para ellos; son delicadas y, a su vez, fuertes; y aunque no sucumben a los males que otras personas sí, tampoco son infalibles. También se equivocan, cometen errores, se cansan, se ‘reinician’, dejan de funcionar en algunos aspectos… Nada ni nadie es perfecto.

Regresé a casa con la computadora apagada. Ese fin de semana debía estar fuera, así que tuve que dejar la solución para el lunes, pues en el servicio técnico me habían dicho que podía acudir a sacar más archivos.

Llega el lunes y me acompañaba una chica de intercambio muy amable, quien me prestaría su computadora y disco duro, si funcionaba, para guardar mis archivos. Tras una hora de hacer fila para pasar con el técnico, que ese día era otra persona, y tener que explicarle de nuevo cuál era el problema, me dio —con algo de mala gana— el disco duro externo para acceder al mío y me dijo: “Tienes hasta las dos de la tarde para sacar tus archivos y sólo la memoria de 16”. Esos 16 GB se demoraron horas y al final, terminé como antes: sin mucho que rescatar.

Pero, no me daría por vencida.

Y a esa idea me aferré, casi sin esperanza y sin saber cómo, pero sólo creyendo. Alguna vez atrás pedí a alguien que hiciera un ‘salto de fe’ por mí, aunque no lo hizo. Ahora yo debía efectuar lo que alguna vez había pedido y, en lugar de resignarme, seguí buscando formas de rescatar algo que, aunque una parte —cobarde— de mí quería perder, el corazón no me dejaba simplemente perder.

Yo soy como esa MAC. También tuve errores, también se modificaron en mí ciertos ‘archivos’ que ya no me dejaban continuar correctamente. Estaba llena de cosas que no necesitaba y me faltaban otras tantas. Pero era incondicional. Pero así, de la noche a la mañana, el sistema se corrompió, como a veces sucede con las personas, y las cosas dejaron de funcionar. Y el usuario, Windows aventurado en MAC, de todas las opciones eligió la más fácil: dejarlo. ¿Por qué? Realmente no sé. Supongo que miedo, incertidumbre. Supongo que creer que dejando ese sistema tan bueno, pero complicado, dejaría de tener dolores de cabeza, sin saber que no se le puede echar la culpa de la propia infelicidad y problemas a los demás: el único responsable es uno mismo y a donde vaya, con el sistema que sea y en cualquier plataforma, problemas siempre habrá y es su forma de manejarlos y solucionarlos lo que crea su propio estrés.

Y así, con ese veredicto, nos quedamos Altair (mi Mac Book blanca) y yo con el corazón —porque el sistema es como uno— corrupto, bloqueado y con ganas de borrar todo (si es que tan sólo eso fuera posible para nosotros) y volver a iniciar desde cero. Bien, ese habría sido nuestro destino. Pero como ya lo he dicho, no suelo tomar decisiones normales ni actuar como las personas comunes.

Entonces surgió una esperanza. Pero, eso ya se los contaré en el siguiente post.

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A esta primera parte le he colocado la canción de “Another love” de Tom Odell, porque expresa precisamente el sentir que he expresado en estas líneas.

De hecho, les dejo dos clips de la misma canción del canal de Odell, ambos están muy bien realizados y son geniales.